¿Alguna vez te has preguntado por qué te cuesta recordar algo cuando estás distraído? ¡A muchos nos pasa! Por eso, entender la relación entre la atención y la memoria, el cómo se conectan, es clave para mejorar nuestra capacidad de aprender y recordar en el día a día.
Imagina que la atención es como el filtro que decide qué información pasa a nuestra memoria y qué queda fuera. Según estudios recientes, cuando prestamos atención, activamos procesos en el cerebro que permiten que esa información se almacene correctamente. Por ejemplo, en el caso de la memoria de trabajo (la que usamos para recordar cosas a corto plazo, como un número de teléfono), la atención nos ayuda a seleccionar y mantener solo los datos que realmente importan. ¡Así es como logramos recordar las cosas necesarias y no nos sobrecargarnos con información irrelevante!
Por otro lado, la memoria a largo plazo también depende de la atención. Es como si cada vez que prestamos atención a algo importante, le estamos diciendo a nuestro cerebro: "¡Ey, esto es crucial, guárdalo bien para después!". Si no prestamos atención, es muy probable que esa información se nos escape y no logremos recordarla más tarde.
Pero, ¿Todos tenemos la misma capacidad de atención y memoria?
No. Y aquí es donde las diferencias individuales juegan un papel crucial. Algunas personas tienen una capacidad increíble para concentrarse y, por ende, tienen una memoria más eficiente. Pero también hay quienes, debido a trastornos como el Déficit de Atención (TDA) o a alteraciones de la memoria como el Alzheimer, presentan interrupciones en el flujo normal de información, experimentando dificultades tanto para enfocarse como para retener información y recordar.
Estas variaciones afectan directamente nuestra habilidad para aprender y funcionar en lo cotidiano, desde el rendimiento en la escuela o el trabajo, hasta en la manera en que procesamos nuestras emociones. Por ejemplo, en el caso del Alzheimer, el cerebro pierde la capacidad de consolidar nuevos recuerdos, lo que afecta profundamente la vida diaria de quienes lo padecen.
Sin embargo, ¡no todo está perdido! Existen estrategias para mejorar tanto la atención como la memoria a lo largo de la vida, como entrenar el cerebro con juegos cognitivos, hacer ejercicio físico y mantenernos mentalmente activos con actividades como leer o aprender algo nuevo. Además, los estudios científicos siguen avanzando para entender mejor cómo funcionan juntos la atención y la memoria juntos para así crear intervenciones que nos ayuden a mejorar el funcionamiento cognitivo: podríamos aprender más rápido, recordar mejor y quizás hasta prevenir el deterioro cognitivo. ¡Nuestro cerebro es muy flexible y puede mejorar su funcionamiento incluso en la vejez!
En el Instituto de Neurociencias Aplicadas, nos apasiona investigar y compartir cómo la ciencia del cerebro puede mejorar tu bienestar mental. Si tienes alguna duda o te interesa saber más, ¡no dudes en ponerte en contacto con nosotros!
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