
Hoy en día, las demandas laborales y el ritmo de vida acelerado son dos de los principales factores que aumentan tanto el riesgo de ansiedad como de "burnout". ¿Sabías que el burnout puede llevar a consecuencias similares a las de la ansiedad e incluso de la depresión?
Y aunque el Burnout y la Ansiedad pueden compartir síntomas, ambos estados mentales son experiencias distintas que requieren enfoques específicos para su manejo. Por eso, conocer estas diferencias es clave para abordarlas de forma efectiva.
Entonces, ¿Qué es el Burnout?
El burnout, o síndrome de agotamiento profesional, es un estado de agotamiento físico, mental y emocional que resulta de un estrés crónico en el entorno laboral, ya sea por una carga de trabajo excesiva, poca autonomía, malas relaciones en el trabajo y ausencia de apoyo, falta de formación para desempeñar las tareas, entre otros. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), el burnout se diagnóstica ante la presencia de tres síntomas principales:
Cansancio emocional: agotamiento extremo que no mejora con el descanso y conlleva a sentimientos de depresión que, en casos extremos, puede llegar a trastornos mentales, como depresión o psicosis, y a pensamientos de suicidio.
Despersonalización: cinismo o desapego hacia el trabajo, con sentimientos de desconexión.
Bajo rendimiento: problemas de concentración y percepción de que el esfuerzo no da frutos, generando frustración y disminución en la eficacia.
Además, también presenta sentimientos de desamparo, desesperanza, vacío emocional y el desarrollo de actitudes negativas, no solo hacia el trabajo, sino también hacia la vida, la gente y sobre sí mismo, incluyendo una disminución del autoestima y sentimientos de inferioridad. Suele estar acompañada de dolores de cabeza, taquicardia e insomnio.
Un estudio publicado en la revista Psychiatry Research señaló que el burnout es más común en profesiones que requieren alta interacción social, como salud, educación y atención al cliente. Al contrario de la ansiedad, el burnout tiende a evolucionar lentamente, debido a una exposición constante a altos niveles de estrés.
Ansiedad: Una respuesta natural llevada al extremo
Por otro lado, la ansiedad es una reacción natural del cuerpo ante situaciones percibidas como amenazantes. Sin embargo, cuando esta se vuelve constante o desproporcionada, puede interferir con la vida diaria. A diferencia del burnout, la ansiedad no siempre tiene un origen relacionado con el trabajo y puede manifestarse en diferentes aspectos de la vida.
El trastorno de ansiedad generalizada (TAG) incluye síntomas como inquietud, fatiga, dificultad para concentrarse, irritabilidad y problemas para dormir. De acuerdo con la Asociación Americana de Psiquiatría, alrededor de 240 millones de personas (3% de la población mundial) experimentan ansiedad generalizada cada año.
¿Cómo diferenciar entre Ansiedad y Burnout?
Contexto de aparición: El burnout está casi siempre relacionado con el trabajo, mientras que la ansiedad puede desencadenarse en cualquier contexto de vida.
Desempeño: En el burnout, el rendimiento se reduce, lo que puede intensificar la frustración. Con ansiedad, el rendimiento puede mantenerse, pero a un costo emocional alto.
Duración y progreso: La ansiedad suele tener fluctuaciones, mientras que el burnout se desarrolla lentamente y empeora sin intervención.
¿Cómo tratar el Burnout?
El síndrome de burnout debe abordarse de forma global, con iniciativas que incluyen desde cambios organizativos en la empresa hasta tratamiento psicológico, que puede incluir:
Psicoeducación y autoconocimiento: Conocer el burnout y los factores que lo originan, así como las circunstancias que están detrás de cada caso particular.
Terapia cognitivo-conductual: Ayuda a afrontar el estrés y se puede complementar con técnicas de relajación y respiración.
Psicoterapia: Aprender a ajustar las expectativas a la realidad, establecer límites claros en el entorno laboral, mejorar la autoestima, y trabajar la resiliencia y la asertividad.
Hábitos saludables. La práctica regular de meditación y ejercicio físico son fundamentales para afrontar el estrés, mejorar el estado de ánimo y contribuyen a la salud mental.
En los casos en que el afectado padezca depresión y ansiedad, deberá someterse al tratamiento farmacológico que le prescriba su médico.
Recuerda que si el burnout o la ansiedad se intensifican, acudir a un profesional de la salud mental es la mejor opción. Si lo necesitas, puedes solicitar una cita con nosotros a través de nuestro “WhatsApp” para llevarte directamente con un asesor.
Con el apoyo adecuado, es posible recuperar el bienestar y evitar que el agotamiento y la ansiedad se conviertan en problemas crónicos.
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