El ser padres y madres supone una gama de emociones diversas que no solo incluyen la alegría, sino también el miedo y la preocupación. La realidad nos muestra que cuidar y guiar a otro ser humano es una gran responsabilidad que se equilibra entre la felicidad del hijo y la necesidad de darle una correcta formación. Muchas veces resulta difícil para cualquier cuidador o cuidadora el saber cómo cumplir este trabajo, lo que puede llevarlos a ese lado emocional más difuso de confusión, culpa y tristeza.
Durante muchos años, la buena crianza se ha relacionado con el estilo autoritario y castrante. Sin embargo, hoy se sabe que este modelo rígido podría terminar formando seres inseguros, dependientes y con múltiples dificultades emocionales.
La disciplina positiva nos muestra un método de crianza diferente, con el cual podríamos formar niños responsables y autónomos. Es decir, niños y niñas que serían capaces de hacerse cargo de sus actos y sus emociones. Además, les permitiría estar en la condición de resolver conflictos cotidianos a través de habilidades que puedan luego utilizar en etapas posteriores de su vida. Es un estilo de disciplina no violenta, amable y enfocada en obtener soluciones y respetar al niño en sus diferentes áreas, ya sea física, psicológica o social.
Por ello, resulta importante conocer los principales aspectos del que las madres y padres puedan servirse para componer un estilo de crianza más adaptativo en beneficio de sus hijos e hijas. Estos serían:
Ser firmes: Si bien se resalta la importancia de la amabilidad y la paciencia, no debe dejarse de lado la necesidad de firmeza, coherencia y constancia de ambos padres en los límites que pondrán a sus hijos e hijas. Una crianza autoritaria o permisiva no fomenta el aprendizaje; por el contrario, fomenta el temor, la angustia, la rebeldía e irresponsabilidad. El trabajo de las madres y padres supone buscar ese equilibrio entre el amor y disciplina, la disciplina positiva.
Respeto mutuo y otros valores: Los niños y niñas ven e imitan constantemente a sus madres y padres. Por ello, resulta importante inculcar el respeto entre ellos y los demás. Los actos de cualquier cuidador o cuidadora deben ser consecuentes tanto en lo que dicen como en lo que piden. Esto incluye, también, fomentar en ellos diferentes valores que los ayudarán a integrarse y desarrollarse en la sociedad correctamente. Valores como la puntualidad, responsabilidad, solidaridad, y demás, son piezas claves para la formación de seres íntegros.
Sin castigos: La disciplina positiva nos muestra que una crianza donde rige el castigo y el miedo podría no generar niños o niñas responsables y autónomos. Por consiguiente, es importante enfocarse en la búsqueda de soluciones en lugar de castigos. El castigo es efectivo a corto plazo, pero podría tener consecuencias negativas a largo plazo en el futuro adulto en el que se convertirán. Algunas de esas dificultades serían: problemas para comunicarse, baja autoestima, inseguridad, conformismo y agresividad. Es importante aprender de los errores y acompañar al niño o niña en el cambio de su conducta promoviendo aquella que es más adaptativa. Se trata de no gritarlos o castigarlos cuando se portan mal, sino de mostrarle la forma correcta de actuar.
Ayudarlos a expresar sus emociones: Muchas veces tenemos la idea de que el niño o niña debe callarse, dejar de llorar y evitar expresar sus emociones, que muchas veces, incluso, son consideradas como “negativas”. Siendo esto, lo contrario a lo que se debería hacer. El niño o niña debe ser capaz de expresarse, llorar, reír, tener miedo o enojarse sin temor a la critica o represión por parte de sus padres y madres. De esta manera los niños y niñas, serán más conscientes de la confianza y el apoyo que ellos les brindan. Una adecuada gestión de las emociones ayudaría a reducir el estrés infantil lo que, a su vez, aportaría a tener un cerebro «más saludable», reduciendo la probabilidad de que, en el futuro, desarrollen posibles trastornos emocionales.
Ser padres y madres es un gran reto, los cambios en la sociedad son constantes, el ser humano cambia y, por ende, sus necesidades también. Es importante promover la apertura, el diálogo y la búsqueda de la consejería profesional para fomentar una mejor crianza. Los valores que dejamos en los niños y niñas son lo que de forma permanente utilizarán en otros aspectos y etapas de su vida. Es importante ser empáticos, respetuosos y tolerantes, y así, se podrá contribuir con un presente y un futuro más amable y saludable para todos.
Bibliografía:
· El cerebro del niño (2013) D. Spiegel & T. Bryson. España: Alba editorial.
· Disciplina Positiva para Preescolares (2014). J. Nelsen. España: Medici.
· Manual: Disciplina Positiva (2006) - pautas de crianza para madres, padres y profesionales de la educación. Chile: ACHNU.
· Possitive Discipline Association. (2017). Positive discipline. 23 de enero. Último acceso: 4 de marzo de 2021. https://www.positivediscipline.org/2021
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