Con mucha frecuencia recibimos en la consulta padres sumamente preocupados por el hecho de haber descubierto que sus hijos consumen marihuana. Si bien es cierto, al principio estos jóvenes tratan de negar el consumo ante la evidencia mostrada por los padres (pipas, hierba, cigarros en el maletín, la mochila o los bolsillos del pantalón) con frases como “eso no es mío” o “un amigo me lo dio para que se lo guardara”. Posteriormente aceptan el consumo y minimizan el hecho argumentando: “si todo el mundo lo hace”, “en otros países está permitido”, “es algo natural”, “es medicinal”. Ante estas respuestas los padres se ven inhábiles para sustentar por qué no deberían consumir esta droga, ya que no conocen el daño potencial que podría generar en sus funciones cerebrales.
El último estudio epidemiológico realizado por el Centro de Información y Educación para la Prevención del Abuso de Drogas (CEDRO), muestra que el consumo de marihuana en los últimos años ha aumentado de manera alarmante en la población, pasando de 5,6% en el 2010 a 8 % en el 2015. Los expertos afirman que este fenómeno es consecuencia del aumento de la tolerancia social al consumo, debido a una falsa percepción de los efectos medicinales de la marihuana, sumada al absurdo de que, como es una planta, “es natural” y, por ende, no daña.
Como se sabe, la marihuana es una mezcla de tallos, semillas y flores secas trituradas de la planta Cannabis sativa. Este contenido se fuma en cigarros hechos a mano, aunque también se puede consumir en otras formas (Ej. Té, bizcochos, galletas, dulces, aceite de hachís, cera, etc.). La sustancia responsable de los efectos sobre el cerebro es el delta-9-tetrahidrocanabinoide (THC). Sumado a ello, la planta tiene, además, más de 500 químicos de los cuáles por lo menos 100 son sustancias psicoactivas denominadas canabinoides.
Los canabinoides son sustancias que produce el organismo (endocanabinoides) y que se encargan de regular las percepciones sensoriales (Ej. dolor, audición, visión, tacto, olfacción, etc.), del tiempo y del ciclo de la alimentación. Además, regula el pensamiento y el estado de ánimo. Al tener la marihuana efectos cannabinoides, su uso genera alteraciones agudas de estas funciones: euforia placentera, risa, relajación, visión más brillante de los colores, alteración de la percepción del tiempo y aumento del apetito. Por tanto, la acción de la marihuana sobre el sistema de los endocanabinoides a largo plazo produce cambios en el cerebro que llevan a la adicción. Según el Instituto Nacional de Abuso de Drogas de los EEUU (NIH), alrededor del 9% de las personas que usan marihuana se volverán dependientes a ella. Este número puede incrementarse al 17% en los que inician el consumo en la adolescencia y del 25 al 50% para los que lo usan a diario.
Últimas investigaciones han podido establecer que el consumo crónico de marihuana puede producir serias alteraciones en el sistema nervioso central, entre las cuales se encuentran:
Si se inicia el consumo en la adolescencia, hay pérdida promedio de 8 puntos en el coeficiente intelectual, medido durante la edad adulta
Si quien consume es una madre gestante, el niño presenta dificultades en los procesos de atención, concentración y memoria de corto plazo.
Si el consumo es diario en la adultez, se produce una mayor pérdida de neuronas a nivel del hipocampo (estructura relacionada con la memoria) en el envejecimiento
Si personas con proclividad de hacer cuadros de esquizofrenia consumen marihuana de manera crónica, hay una mayor probabilidad de sufrir dicha enfermedad.
En general, produce una distorsión de las percepciones y la capacidad de resolver problemas
Las imágenes cerebrales de consumidores crónicos de marihuana muestran una alteración de la conexión entre las neuronas de estructuras comprometidas en las funciones superiores más importantes del individuo (Ej. Corteza prefrontal, hipocampo, hipotálamo, etc.). Esto explicaría el porqué de las alteraciones antes expuestas.
Esta información debe ponernos en alerta de los peligros que conlleva el consumo crónico de esta droga. El deterioro laboral, académico y social de los pacientes que consumen marihuana es evidente y estaría en relación a un proceso neurotóxico directo sobre el cerebro. Si a esto sumamos que el consumo de marihuana puede ser la escalera al consumo de otras drogas, el evitarla y alejarla de nuestros jóvenes es a todas luces racional.
Dr. Alberto Fernandez Arana
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