El Trastorno del Espectro Autista (TEA) es un trastorno del desarrollo del sistema nervioso, caracterizado por una perturbación generalizada en diversas áreas del individuo, que se expresan en falta de habilidades sociales y de comunicación. Por lo general se presenta durante los primeros años de vida, siendo algunas de sus manifestaciones comunes: la disminución o ausencia de gestos comunicacionales, no dirigir la mirada hacia donde otros señalan, escaso interés en las personas, movimientos o habla repetitivos (estereotipados), híper o hipo sensibilidad a los estímulos sensoriales, sumado a alteraciones en la interacción social, en las respuestas emocionales, en el juego, en la flexibilidad para el cambio de rutinas, entre otros.
Muchas veces estas manifestaciones tienden a confundirse con una discapacidad intelectual, alguna enfermedad médica u otras afectaciones. Es por esta razón que el diagnóstico en algunos casos es tardío, trayendo como consecuencia un impacto significativo en diferentes áreas de la vida personal, familiar, de pareja, social, psicológica y económica que involucra a toda la familia. Esta repercusión modifica el estilo de vida generando procesos que pueden tener un desarrollo negativo y que puede mermar o evitarse con una intervención temprana tanto para el niño como para los familiares.
En este sentido, el TEA no solo afecta al niño diagnosticado, sino también a la dinámica de su familia, expresada en cambios significativos en los miembros que la integran, tanto en su modo de funcionar o vivir (incluido lo económico, como lo social). Además, puede generar modificaciones de sus reglas y roles, reviviendo conflictos no resueltos, aumentando la tensión entre los miembros de la familia, produciendo o agudizando problemas en la convivencia (matrimonial/familiar), generando conductas no solidarias por parte de alguno de sus miembros, desgastándose emocionalmente y económicamente, etc. Estos eventos pueden estar acompañados por sentimientos de frustración, estrés, ansiedad, entre otros.
Por otro lado, en cuando al impacto sociofamiliar, los primeros contactos que tienen los niños con TEA frente a la sociedad suelen ser difíciles para ambas partes, pues muchas veces nos es complicado aceptar una situación que nos provoca una gran carga emocional negativa o que nos es difícil manejar, fruto de nuestro rechazo a lo desconocido y la resistencia que tenemos para aceptar las diferencias y deficiencias. Por ello, el manejo de los niños con TEA requiere ir más allá del diagnóstico y el tratamiento, pues no solo involucra a la familia, sino también a la sociedad; por lo que implica atender el impacto psicológico y social que se da a partir de la relación entre el niño con TEA, su familia y su entorno.
Lic. Giomy Riveros Arenas
Comments