El amor, ese sentimiento que ha inspirado a poetas y artistas durante siglos, siempre ha sido objeto de fascinación. Pero, realmente, ¿es posible enamorarse hasta el punto de la locura? Un nuevo estudio realizado por investigadores australianos sugiere que sí.
La investigación realizada por la Universidad Nacional de Australia, la Universidad de Australia del Sur y la Universidad de Canberra se centró en el sistema de activación conductual (BAS) de nuestro cerebro cuando “estamos enamorados”.
Utilizando técnicas avanzadas de neuroimagen analizaron el cerebro de personas que informaron estar "perdidamente enamoradas" y descubrieron patrones únicos de actividad cerebral asociados con este estado emocional excepcional.
Así, el estudio reveló que el enamoramiento va más allá de las emociones superficiales, involucra una compleja danza de neurotransmisores en el cerebro, como la dopamina, la oxitocina y la serotonina, sustancias químicas que no sólo desencadenan sensaciones de felicidad y placer, sino que también fortalecen los vínculos emocionales.
La dopamina, conocida como el “neurotransmisor del placer", es la sustancia más comprometida en el enamoramiento, ya que se libera en grandes cantidades en áreas específicas del cerebro que generan una sensación de recompensa y deseo, creando una especie de circuito de retroalimentación positiva. Y cuando uno está enamorado, buscan constantemente una recompensa. Esto es lo que nos lleva a tener expectativas desproporcionadas de cómo nuestras conductas hacia la otra persona van a generar alguna recompensa específica que nos haga sentir bien, felices y eufóricos, una sensación de recompensa incontrolable.
Por otro lado, la serotonina, un regulador clave del estado de ánimo que nos lleva hacia la relajación y calma, también desempeña un papel en este complejo proceso. Durante el enamoramiento, los niveles de serotonina pueden reducirse considerablemente, afectando las emociones y contribuyendo a la intensidad del sentimiento, por lo que, en ocasiones, al tener nuestra atención focalizada en la pareja, podemos perder la tranquilidad y no controlar el estrés persistente que nos provoca el estar alejados de esta persona, llegando incluso a niveles “obsesivos” y “dependientes” de la otra persona, a tal punto que es un estado que se podría comparar con el de un trastorno obsesivo-compulsivo.
La oxitocina, a menudo llamada la "hormona del amor", también se eleva durante el enamoramiento. Esta sustancia química fortalece los lazos emocionales y promueve la conexión entre parejas. Su presencia intensifica la sensación de estar "locamente" enamorado.
De esta manera, según los hallazgos, enamorarnos no sólo puede afectar nuestras emociones sino también cambiar nuestra función cerebral y comportamiento, ya que todo este circuito del placer antes mencionado va directo a la corteza prefrontal llevándonos a un estado de “descontrol y euforia temporal” que nos consume, nos desorienta y hace que nos comportarnos de una manera en que normalmente no lo haríamos, sólo por poner a la otra persona por encima de todo; por eso, pareciera que estamos “locos” y todo lo demás queda en segundo plano.
Sin embargo, este amor romántico explosivo no se puede mantener en el tiempo, es una sensación pasajera. Pero, aún así, el amor no se acaba, uno puede prolongar el proceso para encontrarse en un estado amoroso más estable con un intercambio más tranquilo entre ambas partes. Y para lograrlo, es ideal siempre ser creativos, llenar la relación de originalidad, caricias, fomentar siempre las relaciones íntimas y mantenernos activos con ejercicio diario. Todo esto nos permitirá producir un nivel adecuado de dopamina y oxitocina, el dúo perfecto para mantener el amor romántico.
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