Jubilarse es el sueño de muchos, menos el de tu cerebro. ¿Te imaginas que tu cerebro se jubilara? te mueres. Literalmente. Quizás se podría romantizar un poco el descenso de una persona al decir que su cerebro se jubiló dado que la palabra jubilación proviene del latín “iubiliare” que significa gritar de alegría. ¡Qué alegría poder dejar de trabajar! ¿O no?
Nuestro cerebro nunca deja de trabajar, a pesar de que nosotros sí lo hagamos. Sin embargo, la inactividad que implica el dejar de aprender cosas nuevas a causa de la jubilación puede derivar en una temprana jubilación cerebral. Es cierto lo que dicen, uno nunca deja de aprender, o al menos, no debería.
Por desgracia, muchas personas se jubilan antes de jubilarse realmente. Esto se debe a que están sometidas a un trabajo tan monótono que la repetición de acciones y tareas limita la capacidad de aprender algo más allá de lo asignado. No se habrán librado del trabajo, pero el aprendizaje sí que se fue de vacaciones.
¿Cómo beneficia a nuestro cerebro el aprendizaje?
Muchos piensan en el aprendizaje como sinónimo de sentarse a leer un libro, pero este es solo un pequeño fragmento de lo que en realidad implica aprender. El aprendizaje se da de una manera más integral y se ve complementado con las acciones que desempeñamos a lo largo de nuestras vidas.
Pensemos en nuestro cerebro como una plastilina a la que le vamos dando forma. Conforme amasamos y moldeamos, esta se mantiene fresca y flexible. Sin embargo, cuando la dejamos reposar por un periodo de tiempo prolongado, la plastilina se endurece y se seca. Cada habilidad nueva que aprendemos, moldea nuestro cerebro y lo mantiene activo. Esto va desde leer un libro sobre un tema desconocido, hasta aprender a bailar, aprender un nuevo idioma o a tocar un instrumento. ¡He aquí la importancia de los hobbies!
Por ejemplo, si analizamos los cerebros de una persona bilingüe en contraposición de una monolingüe, nos percatamos que la disposición de las neuronas, la corteza cerebral (materia gris) y la formación de la materia blanca son distintas. Hablar más de una lengua hace que el cerebro trabaje de forma distinta, que se activen diferentes áreas neuronales y que aumente la densidad de la materia blanca, que es la sustancia aislante que recubre las conexiones nerviosas. Esto explica que las personas bilingües tengan una mayor capacidad de concentración, análisis y resolución de problemas que las monolingües. Por su parte, al analizar el cerebro de un músico, nos percatamos que ellos trabajan con todas las áreas del cerebro de manera simultánea lo que posibilita la coordinación de los lóbulos frontales, y por ende, les permite exponenciar el pensamiento lógico.
¿Te imaginas cómo será el cerebro de un músico bilingüe? Conforme aprendamos cosas nuevas iremos generando nuevas conexiones neuronales que no solo darán forma a un cerebro único y particular, sino que nos proveerán de años de vida cerebral que, en definitiva, evitarán que tu cerebro se jubile antes de tiempo.
Comments