Hemos de estar de acuerdo que aquellas dolencias que competen a la salud mental, usualmente no cuentan con exámenes auxiliares que hagan tangible la presencia de estos trastornos (v.g. Exámenes de sangre, imágenes cerebrales, etc.). Por lo tanto, la entrevista al paciente y la familia, así como la observación clínica del paciente, serán la base fundamental de un diagnóstico que es eminentemente clínico. Al estar acostumbrados a los exámenes auxiliares de otras especialidades médicas que confirman la presencia de una enfermedad, muchas veces nos es difícil creer y entender que los diagnósticos de los trastornos en el área de la psiquiatría dependan casi exclusivamente de la opinión del psiquiatra que explora el caso. Muchas veces, familiares y pacientes buscan una segunda y/o tercera opinión médica para confirmar estas apreciaciones, más aún si son diagnósticos de enfermedades crónicas como la esquizofrenia, el trastorno bipolar y/o involucran a niños y adolescentes.
Bajo esta perspectiva - la depresión denominada Trastorno Depresivo Mayor - no escapa a estas condiciones. Por lo tanto, es fácil entender que muchas personas no crean o desconfíen de su diagnóstico y minimicen ingenuamente la importancia que esta enfermedad tiene en el sufriente, confundiéndola con duelos por pérdida o estados de ánimo transitorios que deberían solucionarse solo con la voluntad del paciente, y de no ser así, se cataloga como una debilidad de carácter.
La depresión es un trastorno común y constituye una preocupación de salud pública a nivel mundial. Se calcula que en los Estados Unidos tiene una prevalencia de vida de 16,2% de la población. En el Perú, solo en la ciudad de Lima, alcanza al 19% de la población. A esta alta prevalencia se suma el hecho de ser una enfermedad que, de no ser tratada, tiende a la cronicidad, generando en el individuo deterioro en los ámbitos social, laboral y cognitivo (problemas de atención, concentración y de memoria). Además, se calcula que aproximadamente 2/3 de los pacientes deprimidos tienen ideas suicidas y 15% se suicidan.
Los pacientes deprimidos exhiben tristeza y/o una falta de placer por las cosas que antes disfrutaban, pérdida o aumento importante de peso, somnolencia o insomnio, conducta agresiva o apagada, fatiga, sentimiento de inutilidad, pérdida de la atención y concentración que usualmente compromete la memoria de corto plazo e indecisión.
Los familiares y amigos del paciente deprimido al no conocer las características de esta enfermedad o simplemente no aceptar su existencia intentan “animar” al paciente con frases “poco felices” como:
“Lo que pasa es que no pones de tu parte”
“No tienes derecho a estar deprimido porque tienes todo”
“Lo que te falta es voluntad”
“Yo también tuve depresión y salí solo”
“Esas son tonterías, en mi tiempo esto no existía”
Felizmente hoy el avance en el conocimiento médico nos permite acceder a información que da evidencia de la realidad de esta enfermedad y en la actualidad existen tratamientos eficaces (farmacológico y/o psicoterapéutico) para su afrontamiento. Finalmente, tomemos en cuenta que la depresión, como cualquier otra enfermedad, si es tratada a tiempo y de forma adecuada tiene excelente pronóstico.
Dr. Alberto Fernandez Arana
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