El corazón es un órgano cuya función dista mucho del concepto cultural que se le tiende a atribuir. Desde niños nos referimos al corazón como un regulador de las emociones, con una fuerte asociación al enamoramiento. Esto se suele entender ya que al experimentar este tipo de sentimientos nuestro pulso tiende a incrementarse, pero ¿conoces el verdadero motivo por el cual esto ocurre?
El sistema límbico
Para aquellos con un mayor dominio conceptual resulta sencillo explicar que los sentimientos no vienen del corazón sino del cerebro. En concreto del sistema límbico. Este sistema se basa en un conjunto de estructuras cerebrales que responden a ciertos estímulos ambientales produciendo respuestas emocionales; como: miedo, alegría, enojo o tristeza. Todas ellas presentan dos características comunes: la primera se refiere a una respuesta motora visceral y la segunda a una respuesta motora estereotipada somática.
Las reacciones y funciones viscerales son iniciadas principalmente por cambios internos que activan los visceroceptores. Las respuestas viscerales motoras que tienen lugar en los músculos lisos en las glándulas son en gran parte involuntarias e inconscientes. Por su parte la respuesta somática involucra principalmente movimiento de los músculos faciales, acompañada de elementos subjetivos difíciles de describir, pero que se encuentran preservados universalmente en las diferentes culturas, y que por lo tanto nos permiten identificar las emociones de los demás.
La ínsula
El corazón no entra a tallar en esta definición. Sin embargo, el vínculo existe. Un grupo de médicos españoles ha descubierto cómo la estimulación de una estructura del cerebro, la llamada ínsula, hace variar diversos factores de la actividad del corazón. La corteza insular o ínsula, es como un cerebro pequeño dentro de nuestro cerebro. Se ubica en la profundidad de la cisura de Silvio, lateral del cerebro. Está cubierta por los lóbulos oriental, temporal y parietal, por lo que no es visible en la cara externa del cerebro. Si hacemos una analogía podría ser como una muñeca matrioska. O si evocamos al cine contemporáneo, podría decirse que la ínsula es como un “chefsito” dentro de nuestro cerebro que ejerce acción sobre la toma de decisiones, el procesamiento emocional y la atención.
"Sabemos que la ínsula forma parte del sistema límbico relacionado con el control de funciones del sistema nervioso autónomo y la integración de las emociones. La ínsula modula de manera inconsciente el corazón y podría explicar así los cambios observados, por ejemplo, durante las emociones humanas" Señaló en una entrevista uno de los investigadores partícipes del descubrimiento.
Es mediante investigaciones de este tipo que el vínculo entre cerebro, emociones y corazón cada vez se vuelve más cristalino. Y tú ¿Habías escuchado hablar sobre la ínsula o sobre el sistema límbico? Conocer sobre cómo se originan las emociones nos permite también entender el motivo por el cual se pueden llegar a generar trastornos de las mismas, también conocidos como trastornos de estados del ánimo. Si deseas obtener más información sobre cómo identificar estos trastornos, no dudes en contactarnos, en INA contamos con novedosos métodos para el diagnóstico de dichos trastornos, sin perder la importancia de la observación clínica, como la Evaluación Neurocognitiva y Evaluación Emocional.