El famoso Tony Stark, que encarna al aún más famoso Iron Man, siempre ha sido retratado como un personaje egocéntrico y fanfarrón, pero al mismo tiempo con un carisma sin igual, que a pesar de sentirse superior a los demás, era precisamente el sarcasmo con el que afrontaba las situaciones a las que se veía expuesto el actor que conectaba con diversas audiencias. Es por ello que hoy tomaremos a este carismático personaje para retratar un trastorno que está presente en muchas personas en la sociedad.
El trastorno de personalidad narcisista es un trastorno mental mediante el cual las personas adquieren una visión propia tergiversada. Es decir, se adjudican más importancia de la que deberían, lo cual deriva en una necesidad de tener constante atención y admiración. Quieren ser el centro del mundo, sin embargo, como consecuencia de este exceso de consideración propia terminan teniendo relaciones conflictivas, pues carecen de empatía hacia las otras personas. En definitiva, solo se consideran a ellos mismos como las únicas personas que importan. Sin embargo, detrás de esta máscara de seguridad extrema, hay una autoestima frágil que es vulnerable a la crítica más leve. Si extrapolamos esta descripción al caso de Tony Stark nos percatamos que, en más de un aspecto concuerdan.
Siempre presumiendo sus logros y capacidades, exponiéndose al punto de no ser capaz de mantener oculto el hecho de que es Iron Man y generando conflictos con sus amigos incontables veces. Pero aquí hay un punto que representa un quiebre que nos ayuda, no solo a empatizar, sino a apreciar un cambio en el personaje que lo aleja de esta descripción, y es que, como es evidente en todas las películas, siempre debe haber una evolución en el personaje que nos guíe al final feliz, y este cambio se basa en el hecho de que nuestro protagonista tomó conciencia de cómo su falta de empatía repercutió negativamente en la gente que más quería, principalmente Pepper, quien más adelante sería su esposa y madre de su hija.
Si hay algo que debemos de tener en cuenta es que la vida, por más que queramos, no es una película y este tipo de trastornos no siempre serán sencillos de tratar, y traen consigo bastantes conflictos en la vida cotidiana, como en las relaciones, el trabajo, la escuela o los asuntos económicos. En general, es posible que las personas con trastorno de la personalidad narcisista se sientan infelices y decepcionadas cuando no reciben los favores especiales ni la admiración que creen merecer. Es posible que no se sientan satisfechos con sus relaciones y que otras personas no disfruten de su compañía.
El tratamiento del trastorno de la personalidad narcisista se centra en la terapia de conversación, es decir: psicoterapia. La psicoterapia, busca ayudar a la persona a que logre ordenar sus pensamiento e ideas con la finalidad de que esta reestructura su visión, tanto propia como la que posee del mundo. Gracias a esta terapia la persona se encontrará en la facultad de superar y afrontar determinadas ansiedades y tensiones que es muy probable que hayan enterrado en lo más profundo de su mente. El psicoterapeuta ayudará a la persona a que enfrente estos pensamientos y posibilitará un apoyo guiado, para consecuentemente, reestructurar su pensamiento. Es de esta forma que la psicoterapia provee a la persona alivio y nuevas oportunidades para aprender modos diferentes de pensar, sentir y actuar. En definitiva, provoca que la sensación de malestar progresivamente vaya dejando paso a la de dominio y control personal.
Bibliografía:
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